Moléculas de mundo
Carlos Jurado
25.08.16 – 6.11.16
Es 1985. Carlos Jurado se detiene a mirar desde una esquina a través de su cámara estenopeica. El agujero de esta caja mágica aprehende a dos paseantes que atraviesan la cuadra donde se levantan los edificios Condesa. Los árboles se agitan hacia el tercer piso y los cables de luz se escapan entre el cielo.
En uno de esos edificios, se encuentra el departamento convertido en taller del autor que ahora mira desde el exterior. Cuando entra, el fotógrafo regresa a pintar en gran formato. Mezcla pigmentos y aceites para darle forma a la silueta de un animal que ha acompañado desde sus inicios a la historia de la fotografía: el Unicornio.
Chichai atraviesa el taller-hogar forrado de cartón. Sus ojos centellean. El artista mira a la mujer que se eleva sobre una ciudad miniatura de rojo, verde y azul.
Los objetos los envuelven. Manzanas que han adquirido proporciones de asteroide y calaveras de papel maché reclamando su lugar en la memoria, se mezclan entre flores rojas como el sol, botellas de vidrio iridiscente y sirenas tornasoles de Veracruz. Un león se asoma al escenario. No escuchamos su rugir porque ha sido transformado alquímicamente a proporciones íntimas, ante un sistema de objetos que ha decidido hablar.
Una casa está hecha, y esta casa hace.
Dedicado a experimentar con la aparición, el origen y el color de las imágenes, Jurado contesta solitariamente a la Historia del Arte desde un autoexilio doméstico. Su práctica fotográfica proviene de Medio Oriente, de un alquimista árabe que ha viajado en el tiempo. Sabemos hoy que su nombre es Adojuhr.
En Guatemala conoció a Borges. En Cuba se unió a la revolución utópica. Durante los 50 se sumó a una lucha indigenista en Chiapas, participando en el Teatro Petul. Y para 1968 llegó a vivir a los edificios Condesa, en la Ciudad de México, donde inició su investigación fotográfica. El mirar hacia el pasado de Carlos Jurado se ha convertido en una búsqueda política que reivindica los usos de la imaginación desde el interior de un departamento.
La ciudad se mira inmensamente más sencilla, invadida de proporciones domésticas por moléculas de mundo.
Créditos y agradecimientos
Carlos Jurado
Artista
César González – Aguirre
Curador
Márgenes públicos y privados