Plataforma de investigación Cartografía
La Plataforma de Investigación de Producción Fotográfica – Cartografía se concibe como un proyecto de observación crítica, donde lo importante no es elaborar un listado minucioso, sino trazar un perfil de las escenas fotográficas actuales en el país. Siete investigadores e investigadoras, con bagajes y métodos diversos, mapearon el territorio en un sentido físico y simbólico, creando cartografías para transitar, no sólo para observar. El resultado nos confirma que la fotografía actual emerge gracias a una gran multiplicidad de formatos, lenguajes y razones, yendo mucho más allá de la foto en papel o en una galería. Esto plantea una pregunta crucial: ¿cómo podemos reconocer el valor y la complejidad de estas prácticas que se desarrollan fuera de los circuitos convencionales?
El mapeo de la región Centro-Sur (Morelos y Estado de México) se sitúa en un momento de profunda transformación. Debido a la proliferación de teléfonos celulares, drones, satélites, sistemas de vigilancia y visión computarizada, el papel de la cámara como aparato fotográfico por antonomasia está en debate. Los cuestionamientos ya no se limitan al qué puede crear una imagen, sino que indagan en el quién, desafiando la noción de que la fotografía sea exclusivamente el resultado de un sujeto operando una “máquina de representación”. Tal enfoque relacional infunde una carga ética y política a la fotografía; en su entramado de agencias humanas y no humanas se tejen responsabilidades compartidas. Colectivos que trabajan en el Estado de México y Morelos —o en sus regiones colindantes— han ampliado estos cuestionamientos, proponiendo que el evento fotográfico se produce también en colectividad, con agentes no humanos como la tierra y la milpa, el sol o el fuego, o es propiciado por las consecuencias devastadoras de la actividad humana.
Por su parte, la cartografía de la región Occidente (Chihuahua, Jalisco, Michoacán, Nayarit y Colima) aborda las imágenes fotográficas no sólo en su autonomía formal y conceptual, sino como entidades que revelan cómo opera la sociedad en que se producen. Interrogando sobre la manera en la que nos miran, nos piensan y nos tocan las imágenes, se abre la posibilidad de revertir el sentido de la indagación: el objetivo es tomar las preguntas de investigación y aplicarlas a nuestro punto de vista para que nos involucren y nos afecten. Por ello, aquí se comprende la imagen en su carácter de acontecimiento y no tanto como obra; más en su capacidad de funcionar como elemento cohesionador y generador de agentes para la organización que como expresión individual de una realidad específica.
La delimitación de un mapa puede responder a la convención de los límites de una región, extenderse más allá o concentrarse en puntos al interior de esa zona. Abarcar la totalidad de la producción fotográfica de un lugar como la Ciudad de México, por ejemplo, sería una tentación fútil. Esta ciudad es el resultado de un conglomerado de realidades urbanas que influyen entre sí a través de los desplazamientos de sus habitantes, sus intercambios simbólicos y sus antagonismos. Incluso en una selección breve, sería pretencioso ofrecer un horizonte completo. Lo que se dispone aquí es una serie de pliegues que articulan un mapa de sensibilidades, desde las que se encuentran a flor de banqueta hasta las que pasan inadvertidas en la frontera entre lo mundano y lo espectral.
Para el ejercicio cartográfico en las regiones Sur y Sureste (Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán), se siguió el hilo con el que se teje una red. Esta se configuró a partir de la práctica docente y la investigación de comunidades artísticas. Conversar, recopilar testimonios y extender esa red fue una labor emocionante e inagotable, aunque determinada por el tiempo, la distancia y el espacio disponible. El objetivo fue sintetizar preocupaciones, evocar geografías y establecer puentes entre creadorxs mediante una selección reducida pero potente.
La cartografía de la región Centro-Norte reúne veinticinco miradas de Aguascalientes, Guanajuato, San Luis Potosí, Tlaxcala y Zacatecas, configurándose como un tejido coral donde creadorxs comparten en primera persona sus universos creativos. A diferencia de otros enfoques curatoriales, este capítulo traza una geografía visual que transita de lo íntimo a lo colectivo mediante la agrupación por estados, reconociendo así las particularidades de cada contexto y haciendo visible la estrecha relación entre obra y territorio.
Por su parte, la cartografía del Norte y Noroeste (Baja California Sur, Baja California, Sonora, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas) se enfocó en indagar sobre las diversas aproximaciones al paisaje de esta extensa región. El esfuerzo se concretó en seis propuestas, una por cada estado, en las cuales se manifiesta el vínculo particular que cada fotógrafx mantiene con su entorno natural. Otras exploraciones cruciales sobre la identidad, la frontera y la expansión del medio se incluyen dentro del directorio en el micrositio de la Bienal de Fotografía, como un boceto para una imagen mucho más amplia.
Finalmente, emerge un mapa escrito sobre la historia breve de seres multidimensionales originarixs de la región Oriente (Querétaro, Puebla, Hidalgo y Veracruz), con búsquedas fotográficas y cinematográficas disidentes. Esta cartografía se enfrentó a la falta de representación de lesbianas, mujeres bisexuales o artistas trans masculinos, no por inexistencia, sino porque mapear desde esta perspectiva demanda una dosis especial de intimidad, calidez y confianza mutua. La búsqueda, compleja e incómoda, se sorteó preguntando de voz en voz, priorizando a las personas que construyen las imágenes por sobre las imágenes mismas. Es un ejercicio que se comparte desde la vulnerabilidad y la experiencia personal, con la esperanza de que sea el comienzo de una cartografía expandida que no se lea como una cuota, sino desde una pluralidad de voces imaginativas y sensibilidades otras.
Este mapeo de lo fotográfico, impulsado por el Centro de la Imagen, tiene la expectativa de nutrir un directorio digital en el que sea posible identificar esa red creciente. Queda una enorme deuda ante la generosidad de todas las personas que compartieron su tiempo, sus redes, sus experiencias y su trabajo, enriqueciendo con sus conversaciones este proyecto colectivo.
FABIOLA IZA, JUAN CARLOS JIMÉNEZ, IRVING DOMÍNGUEZ, CARMEN CEBREROS, GABRIEL BOILS, ALMA CAMELIA.
Programa nacional de actividades en torno a la XXI Bienal de Fotografía
La Plataforma de Investigación de Producción Fotográfica – Cartografía se concibe como un proyecto de observación crítica, donde lo importante no es elaborar un listado minucioso, sino trazar un perfil de las escenas fotográficas actuales en el país. Siete investigadores e investigadoras, con bagajes y métodos diversos, mapearon el territorio en un sentido físico y simbólico, creando cartografías para transitar, no sólo para observar. El resultado nos confirma que la fotografía actual emerge gracias a una gran multiplicidad de formatos, lenguajes y razones, yendo mucho más allá de la foto en papel o en una galería. Esto plantea una pregunta crucial: ¿cómo podemos reconocer el valor y la complejidad de estas prácticas que se desarrollan fuera de los circuitos convencionales?
El mapeo de la región Centro-Sur (Morelos y Estado de México) se sitúa en un momento de profunda transformación. Debido a la proliferación de teléfonos celulares, drones, satélites, sistemas de vigilancia y visión computarizada, el papel de la cámara como aparato fotográfico por antonomasia está en debate. Los cuestionamientos ya no se limitan al qué puede crear una imagen, sino que indagan en el quién, desafiando la noción de que la fotografía sea exclusivamente el resultado de un sujeto operando una “máquina de representación”. Tal enfoque relacional infunde una carga ética y política a la fotografía; en su entramado de agencias humanas y no humanas se tejen responsabilidades compartidas. Colectivos que trabajan en el Estado de México y Morelos —o en sus regiones colindantes— han ampliado estos cuestionamientos, proponiendo que el evento fotográfico se produce también en colectividad, con agentes no humanos como la tierra y la milpa, el sol o el fuego, o es propiciado por las consecuencias devastadoras de la actividad humana.
Por su parte, la cartografía de la región Occidente (Chihuahua, Jalisco, Michoacán, Nayarit y Colima) aborda las imágenes fotográficas no sólo en su autonomía formal y conceptual, sino como entidades que revelan cómo opera la sociedad en que se producen. Interrogando sobre la manera en la que nos miran, nos piensan y nos tocan las imágenes, se abre la posibilidad de revertir el sentido de la indagación: el objetivo es tomar las preguntas de investigación y aplicarlas a nuestro punto de vista para que nos involucren y nos afecten. Por ello, aquí se comprende la imagen en su carácter de acontecimiento y no tanto como obra; más en su capacidad de funcionar como elemento cohesionador y generador de agentes para la organización que como expresión individual de una realidad específica.
La delimitación de un mapa puede responder a la convención de los límites de una región, extenderse más allá o concentrarse en puntos al interior de esa zona. Abarcar la totalidad de la producción fotográfica de un lugar como la Ciudad de México, por ejemplo, sería una tentación fútil. Esta ciudad es el resultado de un conglomerado de realidades urbanas que influyen entre sí a través de los desplazamientos de sus habitantes, sus intercambios simbólicos y sus antagonismos. Incluso en una selección breve, sería pretencioso ofrecer un horizonte completo. Lo que se dispone aquí es una serie de pliegues que articulan un mapa de sensibilidades, desde las que se encuentran a flor de banqueta hasta las que pasan inadvertidas en la frontera entre lo mundano y lo espectral.
Para el ejercicio cartográfico en las regiones Sur y Sureste (Guerrero, Oaxaca, Chiapas, Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán), se siguió el hilo con el que se teje una red. Esta se configuró a partir de la práctica docente y la investigación de comunidades artísticas. Conversar, recopilar testimonios y extender esa red fue una labor emocionante e inagotable, aunque determinada por el tiempo, la distancia y el espacio disponible. El objetivo fue sintetizar preocupaciones, evocar geografías y establecer puentes entre creadorxs mediante una selección reducida pero potente.
La cartografía de la región Centro-Norte reúne veinticinco miradas de Aguascalientes, Guanajuato, San Luis Potosí, Tlaxcala y Zacatecas, configurándose como un tejido coral donde creadorxs comparten en primera persona sus universos creativos. A diferencia de otros enfoques curatoriales, este capítulo traza una geografía visual que transita de lo íntimo a lo colectivo mediante la agrupación por estados, reconociendo así las particularidades de cada contexto y haciendo visible la estrecha relación entre obra y territorio.
Por su parte, la cartografía del Norte y Noroeste (Baja California Sur, Baja California, Sonora, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas) se enfocó en indagar sobre las diversas aproximaciones al paisaje de esta extensa región. El esfuerzo se concretó en seis propuestas, una por cada estado, en las cuales se manifiesta el vínculo particular que cada fotógrafx mantiene con su entorno natural. Otras exploraciones cruciales sobre la identidad, la frontera y la expansión del medio se incluyen dentro del directorio en el micrositio de la Bienal de Fotografía, como un boceto para una imagen mucho más amplia.
Finalmente, emerge un mapa escrito sobre la historia breve de seres multidimensionales originarixs de la región Oriente (Querétaro, Puebla, Hidalgo y Veracruz), con búsquedas fotográficas y cinematográficas disidentes. Esta cartografía se enfrentó a la falta de representación de lesbianas, mujeres bisexuales o artistas trans masculinos, no por inexistencia, sino porque mapear desde esta perspectiva demanda una dosis especial de intimidad, calidez y confianza mutua. La búsqueda, compleja e incómoda, se sorteó preguntando de voz en voz, priorizando a las personas que construyen las imágenes por sobre las imágenes mismas. Es un ejercicio que se comparte desde la vulnerabilidad y la experiencia personal, con la esperanza de que sea el comienzo de una cartografía expandida que no se lea como una cuota, sino desde una pluralidad de voces imaginativas y sensibilidades otras.
Este mapeo de lo fotográfico, impulsado por el Centro de la Imagen, tiene la expectativa de nutrir un directorio digital en el que sea posible identificar esa red creciente. Queda una enorme deuda ante la generosidad de todas las personas que compartieron su tiempo, sus redes, sus experiencias y su trabajo, enriqueciendo con sus conversaciones este proyecto colectivo.
FABIOLA IZA, JUAN CARLOS JIMÉNEZ, IRVING DOMÍNGUEZ, CARMEN CEBREROS, GABRIEL BOILS, ALMA CAMELIA.

Romualdo García. Estudio fotográfico

Diálogo transversal con la imagen
Diálogo transversal con la imagen Jueves 17 de octubre, 19 h Participan: Eloy Valtierra, Jaime Boites y Pedro Tzontemoc

De la ceguera a la imagen

Visita guiada a la exposición Accidentes familiares
Visita guiada a la exposición Accidentes familiares Sábado 22 de octubre de 2022, 13 h Por Evelyn Corte y Nora Hinojo

Bibian Trinidad
Utilizo la fotografía para registrar y representar la experiencia del primer empleo formal que obtuve luego de terminar mis estudios universitarios. En él, la repetición constante y continua fue moneda corriente.

Visita guiada + Charla: En torno a la muestra de la XX Bienal de Fotografía
Visita guia + charla En torno a la muestra de la XX Bienal de Fotografía Sábado 23 de septiembre, 12 h

Edgardo Aragón
Desde 2021, he observado lo que sucede en cámaras de transmisión en vivo ubicadas en el Puente Internacional Paso del Norte, en la frontera entre Ciudad Juárez, Chihuahua y El Paso, Texas.